lunes, 22 de junio de 2009

Soledad


Te miro y las miradas apenas son manos que palpanla juventud y la belleza de tu rostro,

Manos que apenas separan siete colores en la luz

y que no pueden tocar tus pensamientos.

Estoy a obscuras dentro de mi carne.
Desde los ojos baja sobre mi alma una triste claridad.

Te hablo
y muestro las palabras como si alzara objetos
para que me entendieras.
Muestro palabras que no son mis pensamientos,
que están fuera de mí, lejos de mí,
que ni siquiera están en mi cuerpo, como las lágrimas.

Nos amamos a tientas. Queriéndonos
estamos tan distantes
que debemos enviarnos palabras,
pequeñas palabras para poder entendernos.


X

El mundo está vacío
de ti. De ti, desierto.
Detrás de la ventana
hay otro cielo
más pálido y pequeño.

Tú eras la medida
de todo. Del paisaje,
del tiempo y de la dicha.
Delante
de mi ventana, el aire
ya no sostiene pájaros;
los árboles
tienen sombras más largas
y la primera estrella
apenas arde,
ahora que a mi lado,
no estando tú, no hay nadie.

Tu ausencia es una niebla
que entristece la tarde.

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